Calabozos [+18]

Tras mi enfrentamiento con Angelica, estaba confundido. Regresé al salón del trono, dos guardias charlaban tranquilos y un par de esclavas "jugaban" consigo mismas. Me senté en mi trono y comencé a realizar un escrito en legua base, en un viejo pergamino con pluma. Entonces me detuve de repente, la estancia canvio, una sensación antes vivida, era como un frío que te helaba los pelos de la nuca, como si el aire se enturbiera, y entonces, justo lo que esperaba.
HUAHAHAHAHAAAA...!- Una histérica risa, oscura y demoníaca incluso para mi inundo la sala.- Que tenemos aquí... el gran Asdrubal pide la presencia del viejo Jester.
Death Jester, conocido por todos como el Arlequín. Apareció por la puerta de intromiso, de forma caótica y sonora. Era un hombre muy estrambótico. Su ropa toda disparatada, una mascara ajustada negra con símbolos de craneo que ría donde debajo se esconde un elfo con el alma torturada. Death Jester era un elfo oscuro normal, siempre fue un poco raro y alocado, pero siempre dentro de todo lo alocado que es un Thrawn. Pero, para desgracia de él, se enamoró. Ambos se amaban, y no tenían reparos en expresar su amor, llegando al punto de hasta compartir las almas, algo inhospito para los elfos oscuros. El se entregó a ella, y aunque ella se entregó a él, le traicionó, se fue con un fuerte general. El atormentado Jester cayó en un círculo de locura y demencia del que nunca salió, ahora siempre rie, ahora esta mas loco de lo que nunca ha estado, y es implacable. Todo esto lo hace en el cazador mas obsesivo, letal e incansable de Eldoran. Ahora reza a su dios de la risa, inventado o no, es un marginado y solo vuelve a Trogarth cuando el rey le llama.



Death Jester...-
Arlequín!.- Dijo de súbito interrumpiendo al rey.
Arlequín.-Dijo algo confuso.- Tengo una misión para ti, se que te gustará. Yo, como tu, entregué mi alma enmi gran inocencia, y al igual que tu fui engañado y traicionado!.- Me levanté del trono y me acerqué al Arlequín, algo que no muchos harían.- Y el causante de mi traición sigue libre, campa a sus aires, el espíritu que hizo que nuetras amadas nos traicionaran, a mi y a ti, campa alegre regodeandose. Deseo su muerte Arlequín, lo deseo con lo poco que me queda de mi alma. Pero soy rey, y no puedo abandonar a mi pueblo. No puedo anviar a nadie mas salvo a ti, pues solo tu me comprendes hermano de penurias. Te enseñaré.- Le puse una mano en la frente y en el acto, el Arlequín comenzó a ver imágenes, imágenes de relación, de los momentos, de la traición. Cada detalle, cada suspiro, todo. Entonces, pareció comprenderlo. Me miró con una gran sonrisa.
Hace mucho tiempo que busco al culpable de tal actos, y todo aquel que robe un alma deberá perder la suya.- Me miró fijamente a través de su máscara.- Dime donde encontrarle y te traeré su cuerpo como una cáscará vacía.
Lo miré con una maléfica sonrisa y pronuncié sentencia. Eldoran
El Arlequí sonrió mas y se dió la vuelta marchandose. Cuando dije
Lleva cuidado, alomejor te encuentras un dragón por el camino.- Dije con tono de broma. El Arlequín siguió su camino sin pararse, ya estaba inmerso en la obsesión por aquel hombre, al que perseguiría hasta su muerte.

Complacido con el resultado de mi conversación me diriguí camino de los aposentos de Angelica para ver como estaba. Me aproxime a la puerta que daba al pasillo que desde el salón conducía a sus aposentos...

Abrí la puerta que conducía a los aposentos y allí, delante mía, estaba Angelica, con el pelo mojado y poca ropa me observaba con cara de inocencia. Parecía que había estado escuchando por esa carita de niña buena tan poco ocultable. Goteaba el pelo, parecía haber salido de la ducha, pero por el charco del suelo, debía de haber estado frente a la puerta una considerable cantidad de tiempo, y probablemente, escuchando mi conversación.
Que haces aquí, no deberías estar en tus aposentos descansando??.- Me acerqué mas a ella, mirandola a los ojos.- No sabes querida, que escuchar conversaciones ajenas suele hacer que los espiados se enfaden?- La cogí de la cara, para que me mirara directamente a los ojos.- Que has oido?

Parecía ser que Angelica no había cumplido su plan de espionaje con
demasiada efectividad. Mas me vale andarme listo en mis próximos
negocios, la privacidad no no se mantiene ni en mi propio castillo. En
cuanto a su regreso a sus aposentos, era evidente que yo la había
llevado.
Tras caer rendida ante mi despues de
nuestro combate, te lleve a tus aposentos para que descansaras, no me
des las gracias, no las necesito.- Dije dandome la vuelta
regresando al gran salón donde me senté en mi trono, aún estaba a mi
lado el trono de la reina, aunque no se por que lo mantenía aún ahí. Me
sente con una copa de vino a observar a unos musicos tocar siniestras
flautas y a las esclavas danzar al son de la música en una oscura
exhibición.

Las elfas danzaban en su melodioso y armonico baile, era con mucho
realmente conmovedor. Pero la atención del rey no recaia en las
bailarinas ni en los músicos, sino en algo mas atrallente, aquella
debilidad por la que todo hombre, humano o elfo, rey o esclavo, acaba
sucumbiendo, una mujer, y esa mujer era Angelica. Sutilmente, lanzaba
miradas a aquel irresistible cuerpo que jugaba con sus sensaciones. Se
terminó la copa de vino de un trago, la curiosidad le llamaba a él esta
vez, sabe ese cuerpo que comtempla, el arte de la danza? Dió una
palmada al aire, los músicos y las bailarinas pararon y le miraron.
Hermosos baile mis elfas, pero veo como nuestra querida invitada se aburre allí en el marco de la puerta.- Dije señalando con el dedo donde estaba Angelica apoyada.- Y yo me pregunto, ¿sabe Angelica bailar? Es mas ¿Bailaría Angelica para su reY.-
Las elfas juguetonamente agarraron a Angelica de los brazos y la
situaron en el centro de el salón, se retiraron y los musicos
comenzaron a tocar una sensual música de danza base. El rey, sonrio.

Angelica comenzó a bailar, su danza, aún mas sorprendente y hermosa que el de las elfas, me embelesó, manteniendo mis trazas de rey no perdía detalle de cada uno de sus pasos. Sus curvas se contoneaban, sus piernas interminables seducian todos mis sentidos y su mirada, calida como el corazón del sol me atraía a ella. Me levanté de forma señorial y con paso firme pero como flotando me acerqué a ella, no me paré frente a ella, sino que le dí una vuelta entera en torno a su cuerpo que se agitaba y contoneaba en un sin fin de deliciosas curvas. Acabé frente a ella, observandola, y me uní a su perfecto baile. Yo había bailado antes, y tenía experiencia en danzas, pero esta danza, salvaje e indomita, era nueva para mi, pero Angelica y la grata interpretacion de los músicos giaron mis pasos con absoluta armonía entorno al baile de Angelica.

No detuve mi baile cuando me rodeo.
Cuando llevabamos unos minutos bailando me acerqué a él sin dejar de bailar girando a su alrededor, me pegué a él, embriagandolo con el exotico aroma que desprendia mi cuerpo tras el baño. Le seguia mirando con picardía ardiendo en mis ojos, incitandole a venir a mí, pero me alejaba y me acercaba a los musicos, no con la misma sensualidad con la que bailaba con él, pero igual de cautivadora. Y asi continuamente le provocaba con mi baile y volvia con los musicos.


Hasta que con un movimiento mas sensual que los otros anteriores volvia a pegarme a él de espaldas, cogiendo sus manos y haciendo que rodeara mis caderas con ellas sin dejar de contorsionar mi cuerpo pegado al suyo, cuando volvia tener las manos libres di dos palmadas y los musicos cesaron la musica al igual que las elfas dejaron de bailar.
- Abandonad la sala, inmediatamente es una orden -Dije con un tono autoritario- de vuestra Reina- Sonrei con satisfaccion cuando abandonaron la sala dejandonos solos.

La agarré de las caderas y me acerqué a ella mucho, apretandola contra mi. Me acerqué a su cuello y subí hasta su oreja donde susurre.
Dime Angelica, ya te confié mi alma, y me traicionaste. Te entregué mi reino, te entregué mi cuerpo y lo deshonraste. Por que Angelica, por que debería confiar en ti, y tomarte aquí mismo?.- Dije en un sutil susurro. Olí su fragancia, era realmente embriagadora. A través de mi cuerpo sentía cada curva del suyo, y todo el calor que este desprendía. Mi cuerpo latía de pasión por ella, pero mi mente estaba fría.

Aún lo había entendido, con tan bellos ojos y tan ciega. Continue
agarrandola, pero sin hacer presión, solo para que notara mi presencia,
y con voz oscura y resentida contesté.
No me
traicionaste al salvar el dragón, lo hiciste al haberme engañado
entregando tu alma a otro antes que yo. Me entregué a ti, y tu ya eras
de otro. Esa querida Anguelica, es la peor de las traiciones. Sin
embargo, te quedaste aquí y no te fuiste con él, eso me hace pensar.- La olí y besé en el cuello.- Todo
mi cuerpo y mi corazón me dice que te tome ahora, pero mi mente me
dice, te hizo daño una vez, que le impide hacerlo de nuevo?- Deje la pregunta en el aire le dí la vuelta para que me mirara directamente a los ojos.- A quien debería escuchar, a mi razón, o a mis sentidos?

Analicé su respuesta, observando cada detalle. Tenía cierta lógica, era cierto que algunos dragones guardaban a personas elegidas y compartían un fuerte vínculo, pero algo dentro de mi seguía reacio, seguía cauto. La agarré de la cintura y la apreté contra la mía, y mirandola a los ojos dije.
Pues que ese dragón se entere, ahora, Asdrubal El Negro guarda tu alma y la protegerá con la suya propia, y si se atreve a volver a mi reino desmenbraréek resto de su maltrecho cuerpo, lo prometo.- La besé intensamente en los labios y soportando su peso la levante en el aire mientras la abrazaba.

Mmm, sus palabras sonaban del todo sensuales, tentativas, como aquella primera vez que la oí susurrar. Tenía un cuerpo perfecto en todos los sentidos, suave, totalmente femenino. Sus ropas, provocativas, no hacían mas que provocar a la bestia que rugía en mi. Dentro de mi, un duelo, la ardiente pasión que Angelica me provocaba, y mi viejo sentido de la razón que luchaba por la cordura, pero observaba su cuerpo, y cuanto mas nos acercabamos el uno al otro mas sucumbia al deseo, ese deseo al que tan largo tiempo me había entregado y que ahora, en contra de mi naturaleza, intentaba resistir. Finalmente, tornado en demencia y sin control de mis sentidos, la besé con absoluta pasión, con todo el anhelo y el deseo que podía concebir, entregandome una vez mas a Angelica. Solo espero no volver a ser un ingenuo.

Sentí todo mi cuerpo estremecer, sus labios, su lengua en mi cuello, salvaje y pasional. Agarré su cuerpo con ansia, queriendola sentir mas cerca, mucho mas cerca. Sentí su mano acariciando mi espalda, sus dedos, suaves y cálidos, recorrían mi amplia espalda. Me dejé llevar por el deseo y le dí un fuerte mordisco en el cuello, juguetón y muy pasional, lleno de lujuria. Manteniendola levantada abrazada a mi con brazos y piernas comencé a moverme en dirección al pasillo al tiempo que la besaba apasionadamente bebiendo de sus labios.

Dando trompicones y apollandonos por todas las paredes del pasillo, chocando con todos los cuadros y tirando algunas figuras, nuestra pasion animal no conocia limites. Nos balanceabamos llenos de deseo. Finalmente llegamos a la entrada de mis aposento, una bella puerta de ébano con formas elficas talladas en los bordes y podo de oro. Se abrió de golpe al darle una violenta patada en mi completo frenesí sexual. Entramos en la estancia y anhelantes, nos desplomamos sobre mi suave y amplia cama, dando vueltas el uno sobre el otro en forma de pasión irreflenable.

Observé sus movimientos y sus juegos. Se desbrochó la parte superior de su ropa, me dió un buelco el corazón, un salvaje fuego que rugía deseando comersela. Sujetaba su parte superior con una mano, y sus sutiles formas no me pasaban inadvertidas, cada pequeña parte de su cuerpo era un mundo ardiente e infinito. Sensualmente se acercó a mi, apenas podía controlar mi instinto, sus contoneos me hacían caer en locura, locura por ella. Lentamente se sento sobre mi miembro, el cual reccinó notablemente, notaba cada pequeño roce con ella. Se coneaba encima mía, jugando al roce mutuo, un juego de locura realmente. Ya no podía contener mas, necesitaba verla desnuda. Suavenete metí mano por debajo de su falda, acariciando suavemente sus piernas, y entonces lenta y delicadamente, fui bajando su ropa interior con total delicadeza y disfrutando el momento al maximo.