Él me pertenece [khârn][+18]

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No se lo habia comentado a nadie.
Salí antes del amanecer en dirección a Trogarth, allí sabía que le encontraría. Exactamente no sabía porque lo sabía pero allí estaba al pie de la entrada al palacio. Me cubria con una capa y la capucha tapaba mi rostro. Le había pedido al hipogrifo que esperara lejos a que precisara de su ayuda si tenia que marcharme.
Vi a dos guardias.
- Vengo a ver a vuestro señor.- Dije con voz calmada, tranquila, sin ninguna emocion en ella.

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Los dos guardias armados observaron a la chica, sonriendo en su interior y, le conducieron hasta el rey que, en la anterior larga mesa frente a un mapa meditaba.

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Entré en el salon, aun con la capucha cubriendome el rostro.
Observé al elfo que se hallaba en la sala. Había algo en él que me era familiar pero no supe exactamente que era.
Permanecí allí de pie. Uno de los guardias se acercó a aquel elfo. "De acuerdo" Pensé, aquel elfo joven era el señor de aquellas tierras. Vi como me señalaba y me miraban. Me incliné levemente.
- Es un honor estar frente a vos.- Dije con voz suave y melodiosa, y sin descubrir mi rostro.- Pertenezco al clan de Anarehnt y como representate de este pido que devolvaís a uno de nuestros miembros del cual hemos oido que se encuentra aquí.

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Supongo que buscais al guerrero, por si no lo sabiais trabajaba para el rey de Tordehan, si no lo sabiais de nada. No me importan en absoluto los tratos que tengas con el guerrero, si lo quieres tendrás que ofrecerme algo a cambio. Habla encapuchada.- Dijo el rey con tono solemne y autoritario.

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- Somos conocedores de tal traicion, y es por ello que lo reclamamos.- Permanecí allí de pie mientras hablaba observaba todo a mi alrededor sin moverme siquiera.- Primero, deseo verle... después podemos hablar de negocios.- Respondí tranquilamente. No me gustaba aquello.

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Interesante, muy interesante. Pero verás, este, individuo singular, produce una gran cantidad de energía que a mi me es provechosa, el joven esta muy bien guardado. Primero hablemod e negocios, y despues te enseñare el material. No hay otra opción.- Dijo comiendo un poco de fruta.

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- Las ordenes que recibi fueron claras, primero he de ver al chico después pagar si es necesario por él. -Dije de en un tono de voz sereno y calmado, suspiré en mi fuero interno, no quería tener problemas innecesarios asi que... acepté.- Si así lo quereís, decidme ¿qué es lo que quereís a cambio de él?- No tenia ganas de quedarme demasiado tiempo, el ambiente no me era agradable y el aura que emanaba del rey elfo me inquietaba y me atraía, intentaba encontrar una explicacion a aquella atracción pero no encontraba nada, ni un mero indicio que pudiera llevarme a la respuesta, salvo un rastro de familiaridad como si la energia que lo envolvía ya la conociera.
Y respecto al pago esperaba que fuera algo sencillo de entregar.

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El elfo mostro una media sonrisa muy enigmatica al tiempo que decía.- Quiero, al Gran Caballero de Anarenth, al líder de la Guerdia de Anarenth. Solo os entregaré el prisionero si me entregais al Gran Caballero. Este trato no es negociable. Aceptais? Creo que no os queda muchas mas opciones querida. .- Dijo recreandose en su astucia

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- Para que lo querereís?.- Me inquietaba aquella sonrisa, ocultaba algo.

"Idiota, cómo si fuera eso posible." Pensé, preguntandome para que me quería

- Dadme el motivo por el cual lo requerís y os daré una respuesta inmediata.- Dije con tranquilidad y calma, reconocía que me ponia nerviosa.
"Debí analizar las posibilidades y consecuencias de venir aquí sola" Me recriminé interiormente mientras esperaba la respuesta del elfo.

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Por que no sería, esque no sabes nada? Si tengo al Gran Guardia, lo Caballeros de Anarenth no se atreveran a hacer un solo movimiento sin qe nosotros se lo ordenemos, gobierna a su rey, y gobernaras la ciudad. Viniste aquí, a mi reino sola, a por ese muchacho dragón, esta en una celda especial en animación suspendida, completamente drogado a todas horas. Si viniste a por él sola es por que para ti importa mucho, mas que tu propia vida. Se que no dudarás en entregarme lo que pido por él. Asi que, a que estas esperando?.- Dijo el rey lleno de su propio gozo.

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Lo observé mientras hablaba, sopesando y analizando cada palabra que pronunciaba, sonriendo en mi fuero interno al oir las ultimas.
"Ni siquiera he visto a ese chico, y ni siquiera se por qué motivo exacto he venido" Pensé.

- Entonces solo quereís tener a vuestro antojo al los Caballeros de Anarenth.- Dije resumiendo sus palabras. Suspiré. Me despoje de la capa dejando ver mi rostro.
"Me gustará ver como sois capaces de controlar a una panda de hombres que me obedecen por el mero hecho de que me he tenido que enfrentar a todos y derrotarles."

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Vaya, vaya. Que tenemos aquí, El Gran Caballero de Anarenth, Angelica la Defensore del Pueblo. Bienvenida a mi castillo querida, espero que te guste, te quedarás aquí mucho tiempo. Ja,ja,ja.- Dijo el rey con orgullo al tiempo que se levantaba lentamente y se hacercaba a Angelica. Aprovechando que el rey se levantaba y Angelica le miraba, dos guardias de élite esposaron a la joven Angelica. Pero no eran unas esposas ordinarias, no. Eran unas esposas especiales para magos eran del mejor acero y encerraban las manos en forma de puños impidiendo la gesticulación a la hora de hacer hechizos.

Creías que no estaría preparado para ti. No hubiera pedido tu presencía si no conocieras tus poderes estúpida.- Al acabar esto los guardias pusieron en torno al cuello de Angelica una correa similar al de las otras esclavas. Le rasgaron las ropas dejandola completamente desnuda.- TJaja, bienvenida a tu peor pesadilla y tu mayor sueño querida. Ponte comoda.- Dijo siniestramente señalando un moton de cojines donde estaban las demas esclavas.- JAjaja

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Me pillaron con la guardia baja mientras observaba al elfo. Para cuando me quise dar cuenta estaba esposada. Intenté resistirme pero no pude hacer nada.
- Soltadme!- Exigí.

Antes de que me despojaran de mis ropas propiné un cabezado a uno de los guardias.

Cuando me sentí desnuda me sentí humillada. Mis mejillas adquirieron un tono rosado.
- Sol-soltad-me.- Repetí en un murmullo. Miré hacia el lugar donde señalaba.- NO! No voy a ser una de ellas, me niego, antes la muerte!- Me rebelé, estaba aterrada, no podia ocultarlo.
¿Esclava? De aquel ser, no no podia ocurrir aquello, no podia permitirlo.

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El rey elfo, astuto, sintio el miedo en la joven, y su verguenza, le producía un gran placer por su victoria. Se levantó de su mesa de rey con un racimo de uvas en la mano. Lentamente se fue acercando a la joven. Se acercó muuuucho. Y le ofreció del racimo.
Estas encerrada aquí, eres mi prisionera quieras o no. Por que no haces de tu estancia aquí, la cual será eterna he de añadir, mas agradable queida. Eres bella y joven, entregate a los placeres de los Thrawn.- Dijo cogiendole la cara y analizandola lentamente. Su cuerpo, joven y pura, producia en la mente del elfo, maquiavelicas ideas, y todas ellas a su disposición.- Ponte comoda, no tienes mejores opciones.

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Quisé alejarme cuando se acercó, retroceder pero mis piernas no me respondian del miedo.
- A-a-alejáte- Volteé la cabeza a un lado cuando me ofreció del racimo.
Cuando sentí sus frias manos en mi rostro, volví a sentir con más nitidez aquella energía que me había fascinado cuando lo ví. Había cerrado los ojos y le miré por una fracción de segundo le miré a los ojos.
- Jamás! Tendrás que forzarme y aún así no lo conseguirás.- Dije intentando aparecer segura de mi misma.

Cuando pronuncie aquellas palabras me arrepentí de haberlo echo.

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La chica se resistía, algo que respetaba increiblemente, pero aún así, inutil. Le apreté mas fuerte. Le miré a los ojos. Una mística aura envolvió mis ojos, llenos de energía oscura. Los elfos oscuros llevabamos milenios trabajando los campos del dolor y el placer en el plano místico, y habíamos aprendido a doblegar y proyectar el alma. Ahora, la energía del rey, se concentraba en su mirada, la obligué a mirarme. Y en esa intensa mirada, un poder enigmatico, misterioso, una extraña atraccion largo tiempo aprendida por los mas viejos de los elfos oscuro, una capacidad solo suya, la inebitable atracción del misterio, el placer, lo desconocido...
Dejate llevar mujer, entregate a mi en cuerpo y alma, es inebitable, inebitable.- Sonreí enigmaticamente.

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Cuando miré a sus ojos no pude retirar mis ojos de los suyos, estaba como hipnotizada. Mi sentido común luchaba por mantenerse sereno ante el deseo que me producía aquel elfo. Luchaba y luchaba. Mi cuerpo se relajó y sentí como una timida y seductora sonrisa se dibujaba en mi rostro.
"Estúpida, por qué sonries en una situacion así!" Me recriminaba mientras intentaba recobrar mi juicio.

Me pegué si se podía más a él.
No me podía creer lo que estaba haciendo. "No, no esta, esta no soy yo... jamás..." El terror y la humillacion que sentía, hizo que aquello que no podia explicar pero que notaba como iba tomando control de mi, luché un poco más pero fue en vano...

Off: Sir-ve-te Bien! Embarassed

Y no seas malo conmigo... Sad

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El elfo oscuro sonrio para si, su negra alma, gozaba de estos pequeños placeres, estos dominios del alma de bellas damas mantenia vivo su negro corazón. Sintió el poder, sintió la dominación. Cogió suavemente el rostro de la joven Angelica, doblegada a su negra atracción, sumisa al deseo tan largo tiempo durmiente en su alma, la parte mas lujuriosa que todos tenemos brotaba de Angelica y Asdrubal, se sentía satifecho. La besó intensamente, un beso pasional pero no enamorado, sino un beso de anehelo del placer próximo. La agarró de la cintura, pegandola mas a su cuerpo, mucho, mucho. Y sensualmente le susurro al oido.
Quien es tu amo mujer? A quien te entregas llena de gozo?.- Se acercó aún mas a su oido, muy susurrante.- Por quien mueres?

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Me recluí en lo más profundo de mi arrastrando conmigo mi poder, dejandome arrastrar por aquel beso correspondiendolo con anhelo, temblaba -pero no de miedo precisamente-.

Cuando sentí como nuestros cuerpos se juntaban aun más, sentí su aliento en mi oido y me estremecí -no de frio-. Cuando me hizo aquellas preguntas respondí odiando cada palabra que salian de mi garganta.
- Mi amo sois vos, mi cuerpo os pertenece- Dije con sutileza, en mi voz había un tono de adoración y sumisión que hizo que no aguantará más me rebelé contra lo que tomaba control sobre mí y por una fracción de segundo pude ser yo misma. Le miré y dije de modo frio, seguro y que no dejaba lugar para las dudas.- Y muero por el dueño de mi alma.- Nuevamente al mirar sus ojos volví a retroceder hasta volver a quedar presa en mi subconsciente donde maldecia la existencia de aquel elfo que osaba tocarme

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Una sonrisa, una sonrisa perfecta, brillante, pero maléfica. La sonrisa de la victoria, del buen premio merecido por la sagacidad. Tenía preso en constante paralisis a un dragón y tenía a la Guardia de Anarenth gimiendo por él, el rey de los Thrawn se sentía victorioso. La últimas palabras pensaron en sus oidos, "Y muero por el dueño de mi alma", interesante, muy interesante. Ese, claro está era él, o almenos iba a serlo. la cogió del rostro al tiempo que se la acercaba, pero no sensualmente como hizo antes, su mirada expresaba concentración.
No se si has experimentado esto antes mujer, pero te gustará. Ya doblegé tu espíritu, ahora haré mia tu alma.
La palabras inundaron la estancia. Los ojos de Angelica se perdieron, cayo como en un estado de trance, en el mismo intante que de la mano del rey, a traves de Angelica, nacía un fulgor ídigo que comenzó a cubrir todo su cuerpo. Esto ocurrió para los guardias y las esclavas. Pero en el plano astral, había mas. Esta acción, era una antigua técnica de dominió total del espíritu, a través de la técnica anteriormente utilizada en Angelica habría las puertas de su alma al viejo rey, este, internandose en ella obsevó el huracán de sentimientos que era el alma de Angelica. Valor, perseverancia, miedo, lujuria. Todas luchaban en una eterna guerra en el interior de Angelica. Cual era la intención del astuto rey, simple. En la mente de Angelica sus buenos pensamente y sus mas oscuros deseos combatian por la dominación de su alma, su intención, era tomar esos buenos pensamientos y sentimientos, los cogió y los sacó, se los robó, dejando el alma de Angelica repleta de lujuria, celos, ira, todas las sensaciones que él quería potenciar. Cuando acabó su cometido abandonó su cuerpo, el contacto se rompió, el resplandor ídigo se deshizo y Angelica salió del trance, débil, recogida por su salvador, Asdrubal El Negro, Señor de los Thrawn.

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Perdí la noción del tiempo y el espacio.
Cuando recobré la consciencia no recordaba gran cosa.

Miré a aquel que me sostenía, mis ojos habían perdido la luz calida que había vuelto a nacer cuando compartí el sufrimiento de aquel al que había venido a salvar, ahora mostraban frio y un pequeño rastro de oscuridad producida por la soledad y el odio que había acumulado por mis años de busqueda y por compartir todo con él el mismo odio que sentía hacia el causante de la casi extinción de los dragones y el mio propio fruto de las injusticias que había llegado a presenciar.

Seguí mirandole y una sonrisa se dibujo en mi rostro una sonrisa divertida y atrevida.
Alcé los brazos y los pasé atraves de su cabeza y me apreté a él todo lo qué pude y más y lo besé despacio, mordi su labio inferior y jugué con su lengua, para acabar con un beso pasional.
En mi interior no pensaba ni sentia simplemente satisfacia mis propios deseos, no era ni seria mi intencion satisfacer a otros.

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El alma de el rey elfo, mas oscura y fortalecida, en su interior griitaba la victoria y lleno de orgullo sonreia, sonreia mas que nunca, Había encontrado lo que quería. Tras el lujurioso beso de esta "nueva" Angelica, el rey, descompuesto de excitación se dirigió a sus guardias con su descaro tan característico.
Vosotros dos.- Dijo señalando a los mas cercanos.- Traer un trono, y ponerlo junto al mio, mi nueva reina necesita unos aposentos.- Dijo mirando a Angelica.- La unión entre Anarenth y los Thrawn se consumará esta noche Jajaja.- Al segundo los dos hombres trajeron un trono de ébano, muy decorado, no tan grande ni glorioso como el del propio rey, pero aún así muy majestuoso. También trajeron una tela de seda ligera para que la reina se tapase, aunque era practicamente trasparente y estaba casi igual, pero le daba un caracter místico y sensual. El rey se sentó en su trono y Angelica junto a él.- Seas bienvenida Angelica reina de Trogarth, Señora del Placer.

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Volví a retirar mis manos aun encadenadas de su cuello.
Mientras escuchaba lo que decia, sonreí y le miré.
- Así qué seré tu reina- Dije mientras me cubrian con la tela, no era de mi agrado pero tampoco me desagradaba, al menos tenía algo con que cubrirme, no me fijé en quienes me la ponían, solo tenia ojos para él.
- Y decidme, Mi Rey.- Dije aquello con sensualidad.- ¿me poseereís aún estando encadenada?- Le sonreía provocadoramente, mientras mostraba los grilletes que retenian sus manos.

Cuando trajeron el trono avancé detrás de él y me senté justo a su lado, observandole solo a él, todo lo demás me era indiferente.
Rei cuando menciono las palabras "Señora del Placer".

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Aunque me tienta la idea de tomarte encadenada querida, no sería justo para ti que solo yo puedo tocar. Y puesto que mi dominio corporal y mental te domina no existe peligro.- La besó apasionadamente.- Sin olvidar que te mueres por mi.- El rey chasqueó los dedos y las cadenas especiales automaticamente se abrieron. Una esclavas llenaron la mesa de delante de ellos de frutas y otros manjares, el rey comió de ellos. También le ofreció a ella. Un guardia se aproximo a ellos y el rey, sacó de la manga de su traje una carta, sellada, con su símbolo real.- Que llegue a su destinatario en breve.- El guardia hizo un gesto con la cabeza y salió. Y bien querida, que me puedes contar del reino de Anarenth?

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Me frote las manos cuando estas estuvieron libres y correspondio a su beso de igual forma apoyando una mano sobre su pecho y otra en la espalda, comezó a recorrer su pecho con los dedos suavemente, delimitando las lineas de sus musculos.

Comio algo de fruta y cuando le preguntó por el reino, pensó.
- Esta bien protegido de este a norte y sur, normalmente las patrullas se hacen por el lado oeste que como el antiguo regente ordenó no se remodelo como el resto de la muralla.- Suspiré como si aquello fuera algo estupido.- Aunque tambien tenemos vigiladas las cuatro entradas, dos hombres en cada puerta y cinco ocultos ni siquiera yo sé donde se colocan un dia pueden estar en las almenas y otro recorriendo las calles. - Cuando comenté que hicieran eso se molestaron pero al final aceptaron.- Pero... la vigilancia sigue fallando en la puerta sur y no puedo enteder la razón.

Mordi un trozo de fruta y le miré con la curiosidad brillando en mis ojos.
- Decidme, mi amado Rey.- Dije con voz aterciopelada y mirandolo seductoramente.- ¿por qué me elegisteis a mí y no a una de vuestras esclavas, de seguro os satisfacerían más que yo?- Pregunté mirando a las esclavas y volviendo mis ojos otra vez a él.

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