Calabozos [+18]

Miré a una orgullosa Angelica en la puerta observandome. Mi Rey? Bueno, realmente seguía siendo rey, y ahora estaba en mi reino. La observé con recelo.
Buenos días Angelica. Adelante, hay comida de sobra.- Dije con desgana.- Estareis hambrienta.- Cogí un trozo de cordero y me lo heche a la boca.- La estancia estaba como siempre. Dos guardias de élite y un par de esclavas que atendian las necesidades de los comensales.La mesa era rectangular, pero no muy ancha.

si a ti te lo parece.- Dijo con cierto pasotismo, poco usual en mi. Seguí comiendo como si nada, la presencia de aquella mujer que tanto me intrigaba en el pasado ahora me era casi indiferente, solo me intrigaba el por que de que aún siga aquí, sacrificó a mi y a su reino por salvar la vida de ese dragón, y aún permanece aquí, seguramente será una espía. Continue comiendo con normalidad, la comida, algo que realmente me gustaba, perdía sentido, los altos pilares de mis ideales se desmoronaban reducidos a polvo, polvo de ceniza ardíente, ardiente como el fuego de un dragón. Obervé a Angelica como cogía una manzana y se la comía.

Daba vueltas sobre mi, jugaba conmigo, se puso detrás y comenzó a jugar con uno de mis mechones de pelo. Que cree que soy, su juguete, su marioneta? Que pretende, que hace aquí, ya liberó al dragón si era ese su propósito, que enigmática, y peligrosa.
En que pienso? Estoy intentando deducir, por que. Por que estais aquí, cuando vuestras claras intenciones ya se cumplieron ayer? Dime, que os mantiene aquí? Si se me permite saberlo claro.- Dije metiendome un jugoso trozo de comida en la boca, esperando mi respuesta. El sol invadía la estancia y un silencio se apoderó del lugar.

Cuando uno alcanza la edad que yo tengo te intrigan las cosas que no puedes descubrir, y como no encuentro sentido, si, quiero saberlo.- Dijo con tono cansado, con apenas un poco de emoción en mis palabras. Continué comiendo mientras la observaba jugar, como si no ubiera pasado nada.

Escucho sus palabras, sonrie graciosamente pero apenas presto atención a sus juegos. Me siento vacío, como si me faltara algo, peor, como si me hubieran robado algo. Largamente la observo, una mirada hueca, inexpresiba, intentado comprenderla. Por que esta aquí realmente? Que es lo que siente? Por que me traicionó? Por que juega conmigo? Tantas preguntas, tan pocas respuestas. Tranquilo, medito mis palabras.
Humana o no, eres el mayor enigma al que me he enfrentado, pensaba que te conocía pero no, ocultas mas secretos de los el exterior muestra.- Dije con voz siseante. Paré un momento, la miré mas intensamente y dije.- Espero que tu estancia aquí, y aquello por lo que aún sigas aquí, te sea placentero.- Me levanté de la mesa. Un gesto con la mano y las esclavas comenzaron a retirar la mesa. Cogí mis cimitarras y me diriguí a la puerta de la estancia camino de el campo de entrenamiento.

Me paré en seco, como si hubiera chcado con una pared invisible, una voz resignada sonó
Voy al campo de practicas, es un sitio abierto al público, podeis ir si lo deseais.- Continue mi camino con paso decidido y sin volver la cara. Llegue al campo de practicas. Era un espacio amplio, de cielo abierto y de suelo de arena, tenía montones de soporte para armas.Un montón de soldados charlabán entre ellos y reían, dos, parecían especialmente fuerte peleaban, al parecer era un duelo de honor. Me acerqué a ellos. Todos hicieron una reverencia. Avancé al centro del campo de luchas donde los dos soldados peleaban y de un rabioso empujón los tiré fuera del terreno. Me arranqué los ropaje, rasgandolos, con una mano, y lleno de rabia desenvainé mis dos cimitarras y grité.
Vuestro rey necesita una pelea, HAY AQUÍ ALGÚN CONTRINCANTE DIGNO?!

La observé. Miré a los soldados, ninguno daba señales de respuesta, era normal, nadie se atrevía a vencer a un rey y despojarlo de su honor. Puse cara de resignación.
Si te atreves, la arena te espera.- dije, con una cimitarra en cada mano las ondee dando vueltas con las muñecas. Dí una vuelta sobre mi mismo con las cimitarras a ras de suelo, creando un leve círculo en la arena alrededor mio. Levanté una ceja como símbolo de reto y espere su respuesta.

Sentí su espada cerca de mi cuello, lento, cierto. Pero esa regodeo no le favorecia en absoluto. Aproveche que su espada se encontraba en mi hombro, con mis dos cimitarras, formando una equis, con su espada en medio. Tiré hacia delante y con la fricción chocó contra mi espalda, saliendo, su espada volando a la otra parte del terreno.
Orgullosa.- Empuje hacia atrás con mi espalda, y rápidamente di un paso hacia adelante y girando sobre mi mismo, quedando a dos pasos frente a ella. La observé. Sonrei maliciosamente. Finalmente le lancé una de mis cimitarras que calló en el suelo frente a ella.
¿Segundo asalto?

Caiste en mi trampa, ahora portas una espada ligera, y de los dos yo soy el mas rápido,y el que mejor las manejas, la curiosidad no siempre es un aliado. Comencé a batir mi espada dando múltiples estocadas, dos dirigidas a sus piernas, una al pecho y otra a la mano que empuñaba el arma. Mi velocidad, claramente superior no daba lugar a defensa posible. La observé con una clara sonrisa de satisfacción mientras combinaba mi juego de pies con mis estocadas, no eran estocadas a producir daño, solo eran pequeños toques para demostrar mi habilidad, al acabar me puse en guadia, con ambas piernas inclinadas con una ligeramente adelantada y con la espada por encima de la cabeza.
Vamos, se que puedes hacerlo mejor.- Dije mirandola directamente a los ojos.

me lanzó mi espada por el aire, no me interesaba cogerla, con un sutil movimiento de muñeca la aparte desviandola a mi izquierda clavandose en el suelo. Observé como se dirigía a mi, de nuevo con su espada en la mano. Fingió una estocada en la frente he intente protegerme, era un señuelo. Intentó hacerme un barrido, por suerte, mis reflejos elficos reacionaron bien, salté por encima de su pierna que me hacía un barrido y en el aire de una voltereta para atrás, y trás caer de frente, con ambas manos lanzó mi ligera cimitarra a Angelica. Gracias a la ligereza de mi arma y a que Angelica, y su orgullo, dió tres, completamente innecesarios, saltos hacia atrás, la efectividad de mi estratégia era completamente certera. Cuando mi cimitarra volaba en dirección a su cuerpo el cual, suspendido en el aire, realizaba la segunda de sus tres volteretas, sonrei maléficamente. Querida, no te enfrentas a soldados aquí, te enfrentas a un rey.

La miré con cara de satisfacción, con una maléfica sonrisa de piano. Mi truco surtió efecto, su orgullo no sirvió para nada y mi pequeña revancha estaba servida. Cogí la cimitarra que tenía a mi lado y la saqué del suelo donde estaba clavada.
Ahora, has recogido lo que sembraste.- Dije levantando ligeramente el pantalon enseñandole la cicatriz de su acción del día anterior. Envainé la cimitarra, aún mantiniendo la mano sobre su mango.- Podemos para si estas cansada, una preciosidad como tu no debe mancharse y sudar.- Dije con tono sacástico. Los soldados que nos observaban rieron sin pudor de la joven y la broma a su costa. Tomé una posición de semiflexión de todo el cuerpo, una mano en la cimitarra envainada y una mano estirada por delante para crear equilibrio, con esta mano hice un gesto para que se hacercara, jugando ahora yo con ella.

Me atacaba, rápidamente, como una tigresa salvaje se abalanza sobre mi,
con implacable fuerza. Lleva ambas armas, su espada, la esgrima con
maestría, pero deduzco sus intenciones. Me ataca con su espada, se
dirigé a mis piernas, una estocada salvaje se dirige a mi, pero no es
en absoluto algo que me preocupe. No me defiendo, no es mi intención.
Su espada atraviesa la carne de mi pierna en un, amargo aunque dulce,
dolor. Mientras ella se concentraba en atacar mi piena, yo me
concentraba en acabar el combate de una vez. Aprovechando que creía que
yo estaba en desventaja la agarré fuertemente del cuello al tiempo qu
eme asestaba la estocada, la miré a los ojos una fragción de segundo,
un brillo índigo hallé en su mirada. Apreté mas la mano sobre su
cuello, y tirando mi cimitarra, puse mi otra mano en el lado derecho de
su cara, entonces me la acerqué, juntandonos en un beso en mitad del
fragor de la batalla. O lo que parecía un beso, entonces comencé a
absorver su energía vital, tal y como tantas veces había hecho y como
hice con el hombre-dragón, comencé a beber de ella en ese irrompible e
irresistible beso, que tanto annhelaba.

Aquel beso, eléctrico, tuvo un segundo efecto en mi, solo era un medio de robarle un poco de energía, curarme y demostrar mi clara supervivencia, pero creo que era yo el que había perdido. Si, la herida de mi pierna se curo al instante por completo, nueva piel regenero la herida, y había demostrado que era capaz de vencer, de una forma u otra a Angelica, pero algo mas había ocurrido, algo en mi interior, como una llama, que luchaba por salir, algo que era impropio de mi, pero muy característico de Angelica. Sentía como un ardor, un calor interno muy humano. La observé inconsciente frente a mi, incluso así es bella. Ojala pudiera entenderte. La miré meditabundo un poco mas y la cargué sobre mi hombro me puse en dirección al castillo. Antes le diriguí una palabras, no cariñosas a mis soldados.
Habeis visto, esta mujer pelea mejor que la mayoría de vosotros, poneos a trabajar.- Los soldados me miraron perplejos.- EN MARCHA!.- Y todos los soldados cogieron armas y comenzaron a praticar frenéticos. Yo continue mi camino al castillo. Entré en los aposentos de Angelica y la dejé allí tumbada.